Poesía de Rafael Azcona
Poesía recitada por:

MARTA RAMÍREZ
Nací el 16 de febrero de 2004 en Logroño y ahora, 17 años después, lo vuelvo a hacer cada vez que escribo. Recuerdo que de pequeña, cuando los pies aún no me llegaban al suelo, creaba cuentos e historias en las libretas que mi abuela me compraba. Sin embargo, un día descubrí la poesía y desde entonces, empecé a convertir los sentimientos en palabras.

GABRIEL HERAS
Me llamo Gabriel y nací en el 2004 en Logroño. Siempre me ha encantado escribir, sobre todo relatos de fantasía cotidiana. Tanto mis relatos como mis poemas se caracterizan por estar envueltos en un aura que encierra cierta oscuridad y pesimismo, siempre de la mano de la fantasía.
DOMINGO
CIUDADANO
La ciudad bajo el cielo del domingo
ofrece un horizonte de corbatas,
de aburridos soldados sin dinero,
de tenorios con ropas perfumadas,
de mozuelos que fuman a escondidas,
de floridos vestidos de muchachas,
de familias varadas en los bancos,
de ambulantes fotógrafos en guardia,
de parejas que empiezan a ser novios,
de cerveza dorada en las terrazas,
de farmacias que esperan las recetas,
de manos con revistas ilustradas,
de cuerpos malvestidos que mendigan,
de claveles clavados en solapas,
de mujeres que venden cucherías,
de existencias oscuras y cansadas,
de amorfa burguesía vanidosa,
de sombría amargura proletaria,
de certezas de lunes inminente,
de tristezas añejas y nostálgicas,
de soledad perdida entre bullicio,
de un descanso que a nadie le descansa…
Por no poder odiarte, te desprecio,
fiesta municipal, reglamentada;
desprecio tu mañana de perezas
satisfechas después de una semana;
desprecio tu comida con manteles
y postres, desusadas circunstancias;
desprecio tus cafés, copas y puros
en la tarde monótona y gregaria;
desprecio tus teatros y tus cines
y tus bailes que amasan carne humana;
desprecio tu concierto entre dos luces,
su público de horteras y criadas,
y desprecio tu noche sin silencio,
con voces de borrachos ensuciada.
(Voy a cerrar la ventana
y a refugiarme en la cama).
MADRE DE MUERTE
Y DE VIDA
Muertos, muertos,
muertos, muertos, más muertos.
Oh, corazón del mundo, caliente cementerio
de muertos y más muertos.
No. Que la Muerte no tiene guadaña.
No. Que la Muerte no es sombra ni huesos.
No. Que la Muerte no es un soplo frío.
No. Que la Muerte no es eso, ¡no es eso!
Que la Muerte está aquí,
bajo el suelo.
Que la Muerte es la Tierra,
Tierramuerte del cuerpo.
¿No ves cómo las hojas se vienen a morir
con un planeo lento,
aquí, junto a tus pies,
y van entrando dentro,
al tibio corazón
del viejo cementerio?
Devuélvele al rosal su dulce carga
de rosas que murieron.
El piedra sobre piedra que buscamos
se queda en el intento.
El águila que vive en el azul
ya sabe, sin saberlo,
la ruta que tendrá su vuelo
hacia el misterio.
Mas los hombres se angustian.
Esta Tierramuerte de que viven les da miedo.
No quieren comprender que por su sangre
navega eternamente ese deseo
de perder verticales pasajeras,
de volver a fundirse con el cuerpo
que horizontal espera la caída
del barro que les dio para esqueleto.
Tendida está la Muerte. Esta Tierra que
vive comiéndose sus muertos.
No tiene que elevar sus fuertes brazos;
le basta con tenernos en su pecho.
Nadie puede escapar a su llamada.
Porque si es Tierramuerte sigue siendo
Tierravida inmortal.
Su mismo cementerio
encierra su matriz inagotable.
Y la fecunda el viento.
Ese viento que aventa las cenizas.
Ese viento que canta nuestros besos.
Ese viento y esa Tierra, ¡siempre en himeneo!
Morir sólo es vivir
la vida de los muertos.
Oh corazón del mundo, caliente cementerio.
de muertos y más muertos.
La Tierra, Madre de Muerte y de Vida.
Cautiverio.
ESTA
CIUDAD
Esta ciudad clavada con piedra y con asfalto
sobre los dulces pechos de nuestra tierra madre,
es un pozo que abrieron viejos hombres sombríos
con uñas y con dientes sobre la piel del aire.
No sonriáis. Ya sé.
Ya sé que es una hoguera que no ha encendido nadie-,
un foco de cultura, conquista de la humana
demencia que nos hace marchar siempre adelante.
(Perdí mi pobre infancia sobre pupitres negros,
bajo oscuros maestros sufridos y cobardes,
que ganaban su ropa, su pan y su tabaco
empolvando mis sesos con tiza y necedades).
Sin embargo, sé que esta ciudad es sólo un pozo
rellenado con polvo, gasolina y cristales,
agua sucia, soporte de mil peces agónicos
que dejan sus escamas en manos de los sastres.
¡Sus peces insensibles a la luz
en mugrientos cubículos sin aire,
vendedores de humo empapelado,
arrendado su sexo agonizante,
pesando comestibles y venenos,
secándose dinero de la carne,
pudriéndose los ojos tras los libros,
dejándose la sangre por las calles,
rompiéndose los huesos contra el tiempo,
muriendo, sin saberlo, miserables!…
Es verdad. Eso es esta ciudad que me sostiene:
un mar muerto sin fondo, que no deja mirarse
en su espejo erizado ni al sol ni a las estrellas,
pues ni un sólo pez suyo que están arriba sabe.
¡Pero yo si lo sé!
Y me nacen alas en la espalda por marcharme.
Y en mi pecho aplastado vive un terrible grito.
Y en mis ojos se encienden quiméricos paisajes…
Allí, fuera, florecen almendros en el alba,
y un pájaro ilumina su cántico en la tarde,
y un río azul se pierde sonoro entre la noche,
y un corazón con sangre espera que lo alcance.
Pero no volaré.
Me mataría el aire.
CORAZON
INCESANTE
Corazón incesante que no cesas
de inundarme de amor hecho palabras;
por mis labios gastados de alumbrarte,
me derramo en espuma iluminada.
Ya me duele mi tierra de tenerte
sin cesar encendido en las entrañas;
aunque clave mis dientes en mis dientes,
el agua de tu fuente me traspasa.
¡Qué terrible, Señor, ser manantial
de música de amor, de estas palabras!…
La piedra es más feliz en su silencio
que el río que atraviesa mi garganta;
es muy duro vivir, ser una fuente,
cuando nadie en la tierra quiere agua.
Voy buscando un desierto que te ciegue,
manantial escondido en mis entrañas,
corazón incesante que no cesas
de cruzar incansable mi corbata.
TRISTEZA PARA UNA
TARDE DE LLUVIA
La tarde por sus horas se desangra,
herida por la noche dulcemente
y voy quedando a solas, más a solas,
cerrado en esta casa, mientras llueve.
Las claras lejanías me abandonan
y pierdo los cantares de una fuente…
Lo claro, por lo gris, hacia lo obscuro,
me trae la tristeza hasta la frente.
Tristeza de tener que estar sentado
aquí, junto a la mesa, mientras llueve,
quedándome sin ojos, sin oídos,
cerrado en esta casa que me duele.
Tristeza de querer ir a la lluvia
ansioso de su lengua y de sus dientes…
De ser en el remanso dulce chopo
o pájaro trinando entre lo verde…
Me nace en mi tristeza una alegría
que tengo para luego, para siempre:
Será maravilloso cuando, muerto,
sin casas como esta, que me cierren,
me busque entre la tierra tanta lluvia
que quede como el mar: lleno de peces.
ES DIFÍCIL
SER HOMBRE
Además de las caries de los dientes,
nos debieran doler bastantes cosas…
Por ejemplo, las tardes de domingo,
la risa que nos da, si un niño llora,
la lluvia que se rompe en los cristales,
el pico sin amor de una paloma,
la angustia en soledad de los banqueros…
y muchas otras cosas.
Porque el hombre no es hombre porque llore,
si muere una mujer que le abandona.
Tampoco por sufrir, cuando un amigo
le deja su amistad sombría y sola.
Tampoco si se mata, porque el hambre
le duela en las espaldas y la boca…
Es difícil ser hombre.
Además de nosotros y las otras,
tenemos en la tierra circundante
la pasión infinita de las cosas.
La tarde de domingo,
el niño que solloza,
la lluvia en los cristales,
el odio en la paloma,
la angustia del banquero…
y muchas otras cosas.
Porque el hombre no es hombre porque fume,
ni beba de su muerte en su copa,
ni prenda en su solapa primaveras,
ni tenga en sus tarjetas ciertas cosas…
POEMA
DESPERTANDO
La rosa, el corazón, la primavera,
la nube, la esperanza, lo sublime…
Conozco lo dispuesto;
me vieron reseñarlo muchas tardes
abriéndome la voz con un cuchillo.
Pero ya me fatiga el viejo orden
y quiero desterrar tanto vocablo;
mejor cortar la rosa que cantarla
y hacer del corazón un gran molino.
Porque suena el reloj y la campana
marcando nuestro paso hacia el final
y el mundo es tan hermoso que no quiero
volverle las espaldas escribiendo.
Así, de frente a tanta vida;
así, muriendo de costado;
así quiero la rima:
¡sólo hombre, viviendo como un árbol!
POEMA PARA ASUSTAR A UN RECIÉN NACIDO
Por no saber, no sabes que tu nombre
a costa del silencio se pronuncia;
por no saber, no sabes que el silencio
te espera desde siempre y para siempre…
Yo vengo, sin embargo, hasta tu limbo
de talco y lana azul, para avisarte
que tienes reservadas muchas cosas
de tipo personal e intransferible.
No voy a enumerarlas; no es preciso.
Me basta con hablarte de una sola:
me basta con decirte que te aguarda
-aparte del ajito para el nene
y algunas naderías semejantes-
un hoyo en que esperar a que te olviden.
Un hoyo nada más, y sólo un hoyo
previsto y reservado de antemano
tan sólo para ti, recién nacido,
pequeño muerto mío, aún no maduro.
POEMA PARA DECIR
QUE TE QUIERO
Resulta que es bonito despertarse
y estar vivo de nuevo y, como siempre,
con una edad en punto en los relojes
que cantan cierto nombre a cada instante.
Ahora es respirar algo tan fácil
que puedo entristecerme por los muertos
hallados en la prensa diariamente;
ahora es un negocio extraordinario
comerse, sonriendo, una manzana.
Es bueno ser quien soy, sencillamente
erguido entre guijarros y planetas;
es bueno estar aquí, con estatura,
sonrisa y documentos definidos.
Edisson y los otros, de repente
resultan caballeros honorables:
se puede ser feliz con la gramola,
hacer hermosos viajes en el «metro»,
sentir en el cinema de barriada,
hablar por telegrama dulcemente…
No quiero descubrir si estoy soñando:
prefiero estar así, viendo en tus ojos
la cifra y el sentido de este mundo
que vuela con los dos cruzando el Tiempo.
POEMA PARA MATAR
A UN ILUSO
Hay veces que el bigote no sirve para nada.
Entonces se descubre que la vida
es algo más que usar agua-colonia,
que darle a un indigente una peseta,
que hablar de la película de moda…
La radio alguna noche nos parece
sonar para nosotros solamente;
ocurre cuando cantan dulces voces
hablando de amor y de las olas,
y estamos convencidos de que Cuqui
es una señorita encantadora.
Ocurre, sin embargo, que la radio
emite para todos sus programas
tan sólo para luego repetirnos
que usar «jabón Pim Pim» es lo oportuno.
La vida es una radio.
También tú lo sabrás certeramente
un día entre los otros señalado
y entonces sentirás entre las cejas
un surco azul que corre hacia la muerte.
Y entonces, ¿qué será de las palabras
«sufrir», «desesperar», «corazón mío»,
«te quiero», «mírame» y «eternamente»?
Detrás de tanta música dulcísima
tan sólo habrá «jabón» o «gabardinas»,
palabras desastrosas y lejanas
que debes traducir a tu lenguaje.
Amigo: ya es la hora.
Descubre de repente que el bigote
no sirve para nada en absoluto.
POEMA PARA RECORDAR
UNA NARANJA
Entonces no era el mundo ese pañuelo
tan sucio y tan pequeño
Entonces era el mundo una naranja
de anaranjada luz que, deslumbrante,
giraba por el aire describiendo
elipses luminosas.
Una naranja enorme y achatada
por polos de novelas de aventuras…
Una naranja azul, quizás violeta,
quién sabe si limón o si esperanza.
Servía de merienda algunas tardes
apenas el reloj, contra la escuela,
sacábame a la calle, a la naranja
enorme y asombrosa de la vida.
¡Qué poco me importaba que el otoño
fuera, ademas de OLOR, un equinoccio!…
Entonces no era el mundo ese pañuelo
tan sucio y tan pequeño.
Comiéndome soñando la naranja,
comíame la vida ingenuamente.
La vida… Eso que ahora es
las cosas que nos dicen los periódicos.
EROS
EN LA ORILLA
Lavanderita bonita,
¿quieres lavar mi camisa?
(Ella se ruborizaba
sobre el espejo del agua).
¡Ay, tu fina blusa azul
que es un cristal al trasluz!
(La brisa entre sus cabellos
se perdía sin remedio).
¡Ay, tu figura entregada
a la dulzura del agua!
(En el río estremecida
me miraban sus pupilas).
¡Ay, bonita lavandera,
que te estoy viendo las piernas!
(Tornasoladas al sol,
dos pompas con ella y yo).
Lavanderita bonita…
¡no me pidas mi camisa!